Desde que en el año 2011 se aprobara la reforma de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG), a partir de la convocatoria oficial de las elecciones y hasta la celebración de las mismas “…queda prohibido cualquier acto organizado o financiado, directa o indirectamente, por los poderes públicos que contenga alusiones a las realizaciones o a los logros obtenidos… Asimismo, durante el mismo período queda prohibido realizar cualquier acto de inauguración de obras o servicios públicos o proyectos de éstos...”. Terminados todos los actos sociales, llega el momento de escuchar al candidato, de oír sus propuestas, sus promesas, sus ideas … Es hora de poner nombre a la cosas, de salir a la palestra y dejar constancia de la veracidad de los hechos y de las palabras.
Ahora todas las armas están en la palabra, en ese mensaje que, ayudado por las adecuadas herramientas de comunicación, debe venderse a sí mismo a la vez que resaltar los valores del candidato. Hoy en día casi todos los políticos hablan de las mismas cosa. La diferencia es saber cómo contarlas para persuadir a los votantes. Por eso, busca una diferencia real entre tu contenido y el del resto de candidatos y crea mensajes con valor positivo que hagan que seas único. Mensajes simples, sin complicaciones ni dificultades de comprensión; con frases cortas, palabras sencillas y familiares. Mensajes cargados de acción y de emoción, que permitan ver incluso lo invisible. Mensajes que conecten con la gente. Mensajes para expresar más que para impresionar.
Si no eres capaz de conseguirlo, es hora de que te plantees si eres el candidato adecuado. No corras el riesgo de tener una buena comunicación para un mal candidato, ni un buen candidato con una pésima comunicación. Ahora tú, íntegramente, eres tu propio mensaje y ese mensaje determinará si vas a lograr o no lo que te propongas.

